Debajo de la alfombra
Si formas o formaste parte de mi vida, entonces, es muy probable que te haya transmitido una imagen de mi que dista mucho de quién soy realmente.
No me lo tomes a mal, nunca busqué manipularte o causarte daño de alguna forma, solo no me ha sido posible integrarme a entornos sociales siendo solamente yo.
Las mentiras se volvieron parte fundamental de mi vida desde que me percaté de que la gente me trataba mejor cuando mentía. Por el contrario, la verdad me suele poner vulnerable, y ésta misma, ha acumulado un sin fin de humillaciones, abusos, y tristeza a lo largo de mi niñez, misma que llevo muy presente al día de hoy.
Recuerdos de mi niñez se encuentran fragmentados en mi mente, y se manifiestan con la misma intensidad y sensaciones que en aquel entonces: el miedo, la humillación y el desconsuelo, la misma sensación de soledad, la tristeza de saberse incomprendido, la confusión, la rabia, la vergüenza hacia uno mismo, la auto-compasión.
Autismo, fue una palabra que llegó a mencionarse en algún momento, mientras cursaba el pre-escolar, y quedó en eso, sin trascender, solo fue una palabra.
Para la persona promedio, el autista es concebido de manera caricaturesca, con marcadas dificultades verbales, carente de emociones, brillante en las ciencias y ajeno a su entorno general.
Autista suele asimilarse con alguien perdido en su mundo surrealista, similar a la demencia. Un concepto que no coincide conmigo, por lo tanto, no fui considerado autista a los ojos de mis padres ni de nadie más en mi entorno.
Mucha gente que conocí decidió concluir que yo simplemente era tonto y muy raro, y optaron por tomar ventaja de ello para obtener momentos de diversión a costa de mis límites sociales o mis reacciones "irracionales". Yo mismo creí por mucho tiempo todos los adjetivos que tenían para mi. Yo mismo creí que era tonto y muy raro.
Ante lo anterior, la frustración de mi padre se manifestó de tal manera, que solía renegar frecuentemente de mi, culpando a mi madre, como si el problema fuese su crianza.
La aparente falta de interés por actividades consideradas propias de mi edad así como mi "mal comportamiento", fue algo muy alarmante en mi familia, y llevó a mis padres a recurrir a la violencia conmigo en medio de la desesperación.
Actualmente, he podido superar por cuenta propia muchas adversidades. Me llegué a acostumbrar a mis rituales, y pude incluso mimetizarme como una persona promedio. Quienes me rodean me perciben como alguien excéntrico, dentro de los límites que ellos consideran aceptables. Día a día me esfuerzo inmensamente por pasar desapercibido, imitando comportamientos, haciendo un enorme diagrama mental con múltiples variables y complejos algoritmos para entender el comportamiento social adecuado para cada situación. Ha sido una tarea ardua, pero la recompensa ha sido inmensa: mi esposa, mi propia casa con patio, mi propia oficina con personal a mi cargo, y lo más importante: mi propia familia.
Sin embargo, en este punto de mi vida, Autismo volvió como algo más que una palabra, volvió como diagnóstico, junto con mi primer hija, y se acomodó para quedarse, con mi propio diagnóstico sobre papel.