Un karmacol
Se escucha el trotar de una mujer en ropa deportiva que arrastra los pies mientras avanza con su bolsa de compras en mano rumbo a su carro mientras una canción de bossa Nova es apenas distinguible, casi se funde con la melodía de las hojas de los árboles al moverse con el viento.
Mi única compañía dentro del carro es Renata quien duerme tranquila en su silla de bebé justo detrás de mí,
-"Orden de Pedro" - Se le escucha a un joven gritar mientras se acomoda la gorra y mira de lado a lado a través de la ventanilla del local de comida donde trabaja, y del tal Pedro ni sus luces. De pronto recuerdo aquella ocasión en que te invité a comer al restaurante Vittorio's de la calle 9 sobre la avenida Revolución cuando tuvimos que huir inmediatamente después de confesar que había olvidado mi cartera.
Es tan frecuente que experimente situaciones tan "involuntariamente graciosas" que he llegado a pensar que es parte de la razón por la cual te enamoraste de mí.
-"¡Orden de Pedro!" - Se escucha nuevamente, y con ello regreso a la realidad, al presente.
No me importa si nadie más comprende nuestra situación actual.
Somos un trayecto que de recto no tiene nada, y sé que en está última curva casi perdimos la vida cuando toda esperanza parecía rota, entre tintes de traición por promesas de sensaciones nuevas; confesiones de madrugada que destaparon sentimientos de desconsuelo, de un pasado evidente, oculto solo para mi indiferencia.
Sin embargo, actualmente la vida es hermosa, y lo es aún más a tu lado.
Renata acaba de despertarse, así que ahora voy a buscarte para decirte todo con mi tacto y llevarte a casa conmigo a seguir escuchando paz en medio del caos.
A amarte a mi manera, soy libre y a la vez tan tuyo.
Comentarios
Publicar un comentario